Nulo aporte académico de Sendero en San Marcos
Por: Rodrigo Montoya Rojas (Antropólogo)
Los miembros de Sendero Luminoso en el país tratan de aprovechar la oportunidad de sobrevivir ofrecida desde 1990 por las FF.AA. y los gobiernos a cambio de conservar sus cuotas de poder y usar el miedo como componente político. Pudieron reunir en San Marcos a 30 ó 40 manifestantes que quieren la libertad de su jefe Abimael Guzmán. Menos del O.13 % de 30,000 estudiantes tiene la fuerza de las máscaras del pasado para asustar a muchas gentes. Hay también un pequeño bloque de senderistas orales que parecen valientes pero se asocian gentilmente a las autoridades universitarias para tener puestos, exigir promociones y favores. Son los que en tiempos de Fujimori marcharon en desfiles militares.
En casi 40 años de presencia en San Marcos (y en el país) el balance sobre la contribución académica de SL es lamentable. Ni un libro, ni una tesis, ni un artículo en Ciencias Sociales con un mínimo de seriedad para entender mejor la realidad peruana. Han sido y siguen siendo portadores de una letanía gastada sobre el “sendero luminoso de Mariátegui”. No conocemos a nadie de los llamados senderistas capaces de seguir aquel sabio consejo de Mao Tse Tung en el prefacio a sus “Estudios rurales”: no tiene derecho a la palabra quien no ha investigado la realidad. En muchos años de residencia en Ayacucho Abimael Guzmán no hizo esfuerzo alguno para aprender quechua, entender el mundo andino y escribir por lo menos un libro con alguna contribución. Para él y sus seguidores la Universidad es sólo una fuente de futuros cuadros, un comedor, una residencia para estudiantes de provincias, una caja de resonancia, un refugio.
¿Debemos a los senderistas alguna contribución en el debate de ideas y propuestas? No. Permítanme lectoras y lectores compartir con ustedes una pequeña historia personal. Cuando en 1971 fui a la Universidad de Ayacucho a presentar mi libro sobre la predominancia del capitalismo en Perú, los senderistas me recibieron con volantes en los que decían que yo era “un profesor académico pequeño burgués”, un “trotskista pro imperialista”, “un enemigo de Ayacucho”. En el libro me atreví a tratar de probar con cifras y argumentos que el Perú no era entonces un país feudal o semifeudal, como afirmaban ellos, los de Patria Roja y el PC pro soviético. Amenazaron con colgarme en la higuera de la Universidad. (Carlos Tapia fue testigo de ese hecho). 15 años después, un alumno senderista oral me acusó de ser un mal profesor por exigir que los alumnos leyesen los textos de John Murra, uno de los antropólogos más importantes, considerado por él como “un imperialista”.
No dicen una palabra sobre la sociedad peruana de hoy, el capitalismo, la colonialidad mundial del poder, la relación entre las culturas y el poder en Perú, la democracia en serio, el Estado plurinacional, y la necesidad de otro desarrollo, como el Allin kawsay - Buen vivir, propuesto por el movimiento indígena en América latina.
Fuente: Diario La Primera (Perú). 03 de julio del 2010.
Por: Rodrigo Montoya Rojas (Antropólogo)
Los miembros de Sendero Luminoso en el país tratan de aprovechar la oportunidad de sobrevivir ofrecida desde 1990 por las FF.AA. y los gobiernos a cambio de conservar sus cuotas de poder y usar el miedo como componente político. Pudieron reunir en San Marcos a 30 ó 40 manifestantes que quieren la libertad de su jefe Abimael Guzmán. Menos del O.13 % de 30,000 estudiantes tiene la fuerza de las máscaras del pasado para asustar a muchas gentes. Hay también un pequeño bloque de senderistas orales que parecen valientes pero se asocian gentilmente a las autoridades universitarias para tener puestos, exigir promociones y favores. Son los que en tiempos de Fujimori marcharon en desfiles militares.
En casi 40 años de presencia en San Marcos (y en el país) el balance sobre la contribución académica de SL es lamentable. Ni un libro, ni una tesis, ni un artículo en Ciencias Sociales con un mínimo de seriedad para entender mejor la realidad peruana. Han sido y siguen siendo portadores de una letanía gastada sobre el “sendero luminoso de Mariátegui”. No conocemos a nadie de los llamados senderistas capaces de seguir aquel sabio consejo de Mao Tse Tung en el prefacio a sus “Estudios rurales”: no tiene derecho a la palabra quien no ha investigado la realidad. En muchos años de residencia en Ayacucho Abimael Guzmán no hizo esfuerzo alguno para aprender quechua, entender el mundo andino y escribir por lo menos un libro con alguna contribución. Para él y sus seguidores la Universidad es sólo una fuente de futuros cuadros, un comedor, una residencia para estudiantes de provincias, una caja de resonancia, un refugio.
¿Debemos a los senderistas alguna contribución en el debate de ideas y propuestas? No. Permítanme lectoras y lectores compartir con ustedes una pequeña historia personal. Cuando en 1971 fui a la Universidad de Ayacucho a presentar mi libro sobre la predominancia del capitalismo en Perú, los senderistas me recibieron con volantes en los que decían que yo era “un profesor académico pequeño burgués”, un “trotskista pro imperialista”, “un enemigo de Ayacucho”. En el libro me atreví a tratar de probar con cifras y argumentos que el Perú no era entonces un país feudal o semifeudal, como afirmaban ellos, los de Patria Roja y el PC pro soviético. Amenazaron con colgarme en la higuera de la Universidad. (Carlos Tapia fue testigo de ese hecho). 15 años después, un alumno senderista oral me acusó de ser un mal profesor por exigir que los alumnos leyesen los textos de John Murra, uno de los antropólogos más importantes, considerado por él como “un imperialista”.
No dicen una palabra sobre la sociedad peruana de hoy, el capitalismo, la colonialidad mundial del poder, la relación entre las culturas y el poder en Perú, la democracia en serio, el Estado plurinacional, y la necesidad de otro desarrollo, como el Allin kawsay - Buen vivir, propuesto por el movimiento indígena en América latina.
Fuente: Diario La Primera (Perú). 03 de julio del 2010.
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